Muchos emprendedores se decantan
por montar una franquicia, y es que el hecho de que sean negocios que ya han
sido probados reduce su riesgo. Pero ¿es la franquicia un éxito seguro? Antes
de lanzarse, hay que estar prevenido y saber distinguir entre las enseñas
fiables y las que no lo son.
La franquicia es cada vez una
forma de negocio más habitual.
El negocio de la franquicia en
España creció un 19,1% en el último año, lo que elevó el número de enseñas
operativas a 1.135, y el número de establecimientos en este régimen a casi
54.000, según datos de Mundofranquicia Consulting. Y es que cada vez más
emprendedores poco amigos del riesgo optan por modelos de negocio que funcionen
con seguridad. Sin embargo, no todo son facilidades: algunas franquicias no son
rentables, con lo que es recomendable seguir consejos para elegir la mejor, así
como fijarse en determinados puntos para detectar las menos convenientes.
El contrato. En algunos casos se
ve con total claridad que los contratos de franquicia están sacados
literalmente de un manual, sin la intervención de un abogado especialista. Una
enseña que se limita a recurrir a su gestor y no es capaz de pagar los
servicios de un profesional, difícilmente va a estar dispuesta a
proporcionarnos otros servicios (marketing, I+D...) más difíciles de costear.
Sin ‘royalty’ ni canon de
entrada. Ojo con los chollos aparentes. Lo barato suele salir caro y la
franquicia que no pide un royalty periódico nos lo puede estar cobrando
camuflado en cualquier otra partida. Por ejemplo, muchas veces se exige al
franquiciado la adquicisión a la enseña de determinado material, que se carga
con un sobreprecio igual o mayor que el canon “ahorrado”.
Masters sin adaptación. A veces,
una franquicia desconocida en España se presenta a nuestros ojos como un éxito
en otros países. Si esa marca no pasa por una adaptación previa, la inversión
no sólo carece de garantía, sino que puede suponer un gran riesgo, puesto que
el concepto no ha sido probado en nuestro mercado.
Empresas sin una estructura
clara. Aunque se definen como enseñas, a veces sólo son el apéndice de una
empresa de distribución convencional que intenta abrir franquicias en aquellos
puntos donde no le resulta rentable tener tiendas propias. Son una especie de
“segunda división” de su cadena.
FUENTE: Emprendedores